2 de agosto de 2011

La deliciosa verdolaga. Revista Quercus Nº 305

Podemos encontrar verdolagas Portulaca oleracea
en cualquier rincón de pueblos y ciudades,
incluso en los alcorques de los árboles. Al tratarse
de una planta anual, será patente desde la primavera hasta
que lleguen los primeros fríos.



La abundancia de la verdolaga en caminos y cultivos, siempre ligada al hombre, se debe a las abundantes adaptaciones que posee para enfrentarse a otras plantas competidoras.

La verdolaga (Portulaca oleracea) quizá sea una de las hierbas mejor conocidas, tanto en ambientes urbanos como agrícolas. Casi podríamos considerarla una planta doméstica, pues siempre aparece ligada al hombre.

Su abundancia como adventicia allí donde existen cultivos, sus conocidos valores alimenticios o sus buenas propiedades curativas son cualidades reconocidas en cualquier región española. Pero, a pesar de su abundancia, no es originaria de nuestras latitudes y, aunque sería complejo determinar su procedencia, ciertos autores sitúan su origen en África o Asia (1). En la actualidad, tiene una distribución sub-cosmopolita, ya que se reparte por las zonas templadas y subtropicales de todo el planeta.

Buena muestra de su fama es la cantidad de nombres populares con la que se conoce en la península Ibérica. En castellano el más empleado es “verdolaga”, aunque existen otros más curiosos como “nunca-muere”, “lengua de gato” o “engaña-gochos”. En Cataluña cuenta con una denominación similar, “verdalaga”, pero también se conoce como “ensiam de patena”. Los más empleados en el País Vasco son “ketorkia” y “getozka” y, por último, en Galicia y Portugal se denomina “baldroaga” o “beldroega”.

El nombre genérico, Portulaca, proviene del latín portula (“puertecilla”), y se refiere a la apertura por donde el fruto libera las semillas (2). Este mismo término da origen al nombre de la familia Portulacaceae. En cuanto al nombre específico, oleracea, alude a su uso tradicional como verdura.


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