Mucho se ha escrito y, sin duda, mucho más se escribirá sobre “El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, magnífica obra de la literatura universal que tenemos el privilegio de haberse gestado entre nuestras tierras, campos y paisajes manchegos que sin duda marcan una impronta en este relato. Por este motivo, coincidiendo con el IV centenario de la publicación de la primera parte de la genial obra cervantina, creímos interesante analizar este libro desde un punto de vista menos habitual de los que hasta el momento se han venido a tratar.
Así, puestos a nuestra tarea hemos pretendido recoger aquella flora que acompañó al valeroso hidalgo Don Quijote de la Mancha y su fiel escudero Sancho por sus erráticos caminos manchegos. Una flora de la que se alimentaron cuando se lo permitían sus numerosas hazañas; aquellas plantas que empleaba Sancho para preparar el necesario reposo de los siempre maltratados huesos de Don Quijote, con las que sanaron las no pocas heridas tras sus extraordinarias batallas o, simplemente, aquellas otras que iban encontrando en los parajes y bordes de veredas y caminos por los que transcurrían sus jamás imaginadas aventuras .
En la interesante fase de localización y reconocimiento de las especies vegetales, no siempre sencilla, hemos avanzado de la siguiente manera:
- Búsqueda y análisis de los nombres vernáculos citados en el texto, teniendo presente que algunos nombres han podido sufrir alteraciones con el paso del tiempo.
- Consulta de libros de botánica, medicina y agricultura de la época, algunos citados por el propio Miguel de Cervantes como Pedacio Dioscórides Anarzarbeo (1555) de Andrés Laguna.
- Localización geográfica de las especies citadas y del recorrido de Don Quijote en sus tres salidas.
- Finalmente, cuando se consideraba necesario, se ha comparado la cronología de las tres salidas de Don Quijote con el estado fenológico de determinadas especies vegetales, fijándonos especialmente en su floración, para poder discernir entre una u otra especie.
Como breve esbozo de lo hallado, podemos decir que el autor hace escasas referencias a la descripción del paisaje y de la flora circundante que va acompañando a sus entrañables protagonistas por tierras manchegas. En general, las señaladas referencias al paisaje y a la vegetación suelen ser alusiones meramente poéticas que rara vez identifican a los vegetales. A pesar de ello, hemos localizado hasta 99 especies recogidas entre la primera y segunda parte de la obra. Sin embargo, serían de esperar muchas más si tenemos en cuenta su extensión y, sobre todo, que la mayor parte de la historia se desarrolla en ambientes naturales y rurales. De las plantas citadas son numerosas aquellas introducidas por los árabes durante su estancia en la Península Ibérica, muchas de ellas comestibles; por el contrario, sorprende la nula alusión a plantas procedentes del continente americano, un dato extraño, pues hacía 100 años que se había descubierto este continente y ya por esa época algunas especies americanas se encontraban muy difundidas en nuestro país.
Por último, es interesante resaltar que una vez analizadas todas las citas donde se describen los paisajes naturales -y a diferencia de lo que opinan otros autores que han estudiado los vegetales de esta obra cervantina- se puede afirmar que Miguel de Cervantes conocía bien los paisajes y la vegetación acompañante que recorrieron esta curiosa pareja . Por lo general, es veraz en sus descripciones y citas botánicas, localizándose tan sólo unas pocas citas que no parecen muy verosímiles que analizaremos más adelante. En cualquier caso parece injusto y exagerado referirse a estos escasos errores como“imperfecciones geobotánicas”, tal y como lo calificó en su día Luis Ceballos (1965) y es suscrito por otros autores . Pues bien es cierto, que deberíamos de tener siempre presente, que no se trata de un libro en el que prime el rigor científico, sino todo lo contrario, una novela -nada menos que la primera novela moderna-, y como tal género literario, la realidad puede ser modificada al antojo y discreción del autor. A pesar de ello, reiteramos que el autor conoce y representa de forma fidedigna el paisaje que recorren en esta caballeresca historia, tal y como se refleja en el interesante estudio Pericia geográfica de Miguel de Cervantes (1840) .
Sin embargo, las alusiones botánicas recogidas se refieren en su mayor parte a alimentos u otras aplicaciones o incluso a su empleo como adjetivos en el que la hábil pluma del autor los transforma para su uso popular, lo que nos indica un buen conocimiento de estos vegetales. Otros términos recogidos no hacen directa alusión a una determinada planta, siendo algunos de ellos ingredientes de ciertos compuestos citados. Todas estas referencias convierten a esta novela en un interesante documento, también desde un punto de vista botánico.
Pero dado el interés del lector que ahora nos acompaña, centraremos nuestro estudio en los árboles que fueron encontrando en sus periplos hidalgo y escudero, dejando el resto de vegetales para otra propicia ocasión; adelantar que del señalado número de plantas recogidas en la obra de Miguel de Cervantes, los árboles ocupan la nada desdeñable cifra de 28 especies. Y ahora sin más dilación, permítame el lector que le muestre de la mano de Don Quijote y su fiel compañero, el elenco arbóreo con el que se toparon entre avatares y desventuras nuestros personajes favoritos en tierras castellanas, aragonesas y catalanas.
Ir a Árboles Quijotescos II
Texto publicado en la revista "La cultura del árbol" 2.006
Así, puestos a nuestra tarea hemos pretendido recoger aquella flora que acompañó al valeroso hidalgo Don Quijote de la Mancha y su fiel escudero Sancho por sus erráticos caminos manchegos. Una flora de la que se alimentaron cuando se lo permitían sus numerosas hazañas; aquellas plantas que empleaba Sancho para preparar el necesario reposo de los siempre maltratados huesos de Don Quijote, con las que sanaron las no pocas heridas tras sus extraordinarias batallas o, simplemente, aquellas otras que iban encontrando en los parajes y bordes de veredas y caminos por los que transcurrían sus jamás imaginadas aventuras .
En la interesante fase de localización y reconocimiento de las especies vegetales, no siempre sencilla, hemos avanzado de la siguiente manera:
- Búsqueda y análisis de los nombres vernáculos citados en el texto, teniendo presente que algunos nombres han podido sufrir alteraciones con el paso del tiempo.
- Consulta de libros de botánica, medicina y agricultura de la época, algunos citados por el propio Miguel de Cervantes como Pedacio Dioscórides Anarzarbeo (1555) de Andrés Laguna.
- Localización geográfica de las especies citadas y del recorrido de Don Quijote en sus tres salidas.
- Finalmente, cuando se consideraba necesario, se ha comparado la cronología de las tres salidas de Don Quijote con el estado fenológico de determinadas especies vegetales, fijándonos especialmente en su floración, para poder discernir entre una u otra especie.
Como breve esbozo de lo hallado, podemos decir que el autor hace escasas referencias a la descripción del paisaje y de la flora circundante que va acompañando a sus entrañables protagonistas por tierras manchegas. En general, las señaladas referencias al paisaje y a la vegetación suelen ser alusiones meramente poéticas que rara vez identifican a los vegetales. A pesar de ello, hemos localizado hasta 99 especies recogidas entre la primera y segunda parte de la obra. Sin embargo, serían de esperar muchas más si tenemos en cuenta su extensión y, sobre todo, que la mayor parte de la historia se desarrolla en ambientes naturales y rurales. De las plantas citadas son numerosas aquellas introducidas por los árabes durante su estancia en la Península Ibérica, muchas de ellas comestibles; por el contrario, sorprende la nula alusión a plantas procedentes del continente americano, un dato extraño, pues hacía 100 años que se había descubierto este continente y ya por esa época algunas especies americanas se encontraban muy difundidas en nuestro país.
Por último, es interesante resaltar que una vez analizadas todas las citas donde se describen los paisajes naturales -y a diferencia de lo que opinan otros autores que han estudiado los vegetales de esta obra cervantina- se puede afirmar que Miguel de Cervantes conocía bien los paisajes y la vegetación acompañante que recorrieron esta curiosa pareja . Por lo general, es veraz en sus descripciones y citas botánicas, localizándose tan sólo unas pocas citas que no parecen muy verosímiles que analizaremos más adelante. En cualquier caso parece injusto y exagerado referirse a estos escasos errores como“imperfecciones geobotánicas”, tal y como lo calificó en su día Luis Ceballos (1965) y es suscrito por otros autores . Pues bien es cierto, que deberíamos de tener siempre presente, que no se trata de un libro en el que prime el rigor científico, sino todo lo contrario, una novela -nada menos que la primera novela moderna-, y como tal género literario, la realidad puede ser modificada al antojo y discreción del autor. A pesar de ello, reiteramos que el autor conoce y representa de forma fidedigna el paisaje que recorren en esta caballeresca historia, tal y como se refleja en el interesante estudio Pericia geográfica de Miguel de Cervantes (1840) .
Sin embargo, las alusiones botánicas recogidas se refieren en su mayor parte a alimentos u otras aplicaciones o incluso a su empleo como adjetivos en el que la hábil pluma del autor los transforma para su uso popular, lo que nos indica un buen conocimiento de estos vegetales. Otros términos recogidos no hacen directa alusión a una determinada planta, siendo algunos de ellos ingredientes de ciertos compuestos citados. Todas estas referencias convierten a esta novela en un interesante documento, también desde un punto de vista botánico.
Pero dado el interés del lector que ahora nos acompaña, centraremos nuestro estudio en los árboles que fueron encontrando en sus periplos hidalgo y escudero, dejando el resto de vegetales para otra propicia ocasión; adelantar que del señalado número de plantas recogidas en la obra de Miguel de Cervantes, los árboles ocupan la nada desdeñable cifra de 28 especies. Y ahora sin más dilación, permítame el lector que le muestre de la mano de Don Quijote y su fiel compañero, el elenco arbóreo con el que se toparon entre avatares y desventuras nuestros personajes favoritos en tierras castellanas, aragonesas y catalanas.
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Texto publicado en la revista "La cultura del árbol" 2.006
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