
Hoy día sabemos con certeza que aquellos supuestos poderes mágicos que se atribuían las brujas tenían que ver con las propiedades tóxicas de algunas plantas que ellas sabían identificar y eran conocedoras de sus peligrosas propiedades. Estos vegetales eran añadidos en sus preparados (brebajes, ungüentos y fumigaciones), en muchas ocasiones con nombres misteriosos, con el fin de lograr la elaboración de un preparado de potentes propiedades enteógenas. Si a esto añadimos unos creíbles refuerzos psicológicos, como una adecuada escenografía a altas horas de la noche, lugares ocultos (claros de bosque, cuevas, etc.) donde realizar los actos “malignos” para evitar ser vistos o el empleo de conjuros que reforzarían los brebajes tenían como resultado un ambiente muy propicio para que cualquier persona de aquella época creyera realmente estar participando en ritos de carácter mágico. Por otra parte, la previa recogida de los ingredientes vegetales en lugares misteriosos como cementerios, áreas abandonadas y basureros (ambientes favorables para el crecimiento de estas plantas por su abundancia en materia orgánica), reforzaba lo “mágico” del encuentro.
Un interrogante habitual es el conocer cuáles eran esos preparados y con qué fin se realizaban. Podemos decir que estos sabios personajes realizaban al menos tres tipos de mixturas:
brebajes, de carácter líquido y que se ingerían vía oral;
ungüentos, en forma de pomadas que se aplicaban vía tópica y, por último;
las fumigaciones, tomadas a través de las vías respiratorias. Todos ellos servían para extraer con más o menos habilidad y eficacia los principios activos de las plantas empleadas como ingredientes. En relación con el tipo de tóxico, se aplicaba el que se consideraba más adecuado para lograr los efectos deseados: las alucinaciones.

A pesar de lo que comúnmente se cree, las plantas empleadas en los actos de brujería eran plantas comunes de amplia distribución, y todavía hoy lo siguen siendo. Datos que conocían sobradamente las brujas, pues solían ser personas de campo y esposas de labradores. Muchos de los vegetales empleados se componen de alcaloides (sustancias muy influenciadas por la temperatura), algo que era bien conocido por las antiguas hechiceras que elegían finales de primavera y el verano para recolectar los ingredientes de sus caldos. Para ello salían a última hora de la tarde a recoger esas hierbas “mágicas” pues eran conocedoras de que estas plantas acumulan la mayor cantidad de principios activos mientras luce el sol, alcanzando su máximo durante la tarde, momento idóneo para recolectarlas.
Son numerosas las especies vegetales empleadas, sin embargo, los vegetales citados con mayor frecuencia son los pertenecientes a la familia de las solanáceas, con plantas tan conocidas y míticas como
el estramonio,
la mandrágora,
el beleño,
el tabaco y
la belladona. Si bien también se empleaban otras como
el cáñamo,
la dedalera,
la adormidera y
la amapola, todas ellas de conocidas propiedades alucinógenas. Llegaban a utilizar incluso
cornezuelo del centeno –que presenta una sustancia muy cercana al LSD- y
el sapo que exuda de sus glándulas parótidas la toxina Bufotenina. Otro de sus secretos residía en la cantidad exacta que de cada ingrediente se necesitaba para producir los efectos deseados, pues quedarse corto en la dosis sería un fracaso y sobrepasarse produciría efectos mortales.

Como conclusión podemos decir que las míticas brujas, que supuestamente realizaban prácticas satánicas, actos de magia y eran poseedoras de increíbles escobas voladoras, fueron realmente unas grandes conocedoras de los vegetales y sus principios activos. Señalar que dentro del conocimiento etnobotánico es especialmente llamativo e interesante el uso de plantas con principios tóxicos, puesto que exige un detallado conocimiento de las propiedades de estos vegetales. Ello nos demuestra que las brujas, lejos de ser –como las califican algunos autores- personas trastornadas e incultas, eran personas con una amplia sabiduría popular. Estas mujeres es muy probable que comenzaran como curanderas empleando diferentes plantas tóxicas de benéficas propiedades en pequeñas dosis, pasando poco a poco a proporciones más elevadas descubriendo los efectos psicotrópicos que estas plantas poseen trasladando estos conocimiento secretamente de generación en generación.
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