Un poco de historia…Todo comenzó con un gran cardo silvestre que se desarrollaba en la cuenca mediterránea. El hombre, hace ya bastante tiempo, se percató –tal vez ayudado de un estómago vacío, que ya dicen agudiza el ingenio- que tras sus enormes hojas y afiladas espinas poseía un grueso peciolo relativamente tierno (las pencas) con un gusto más o menos grato. Posteriormente, sería su gran inflorescencia la que haría las delicias de los paladares menos exigentes, pues poseía, al menos por aquellos tiempos un fuerte sabor amargo. Una larga convivencia con el hombre convirtió al cardo (
Cynara cardunculus L.) y a la alcachofa (
Cynara scolymus L.) en las plantas comestibles que hoy conocemos. Así, poco a poco, generación tras generación, el cardo fue engrosando su hoja y perdiendo las cruentas espinas. La alcachofa, por su parte, fue agrandando la inflorescencia a la vez que disminuía su amargor.
Apreciada en el antiguo Egipto y en la Roma clásica, todavía tendrán que pasar muchos siglos para que estas plantas sean populares. Andrés Laguna habla de ellas sin demasiado entusiasmo, comentario que tendría hoy la misma actualidad:
“…
Porque son tan inclinados a la gula los hombres que no se han contentado con cien mil géneros de viandas dedicadas al gusto humano, cada día van inventando muchas otras peregrinas y extrañas; y procede tan adelante la cosa que aún manjares propios de los asnos, quiero decir los cardones, se usurpan.”
No será hasta el siglo XV o XVI cuanto empiecen a aparecer en las mesas más distinguidas. Cuentan que los corazones de alcachofa hacían las delicias de María de Médicis, lo que favoreció su consumo en Francia. Sin embargo, pronto surgirían quienes aseguraban poseía propiedades afrodisíacas. Y claro, aquello no estaba muy bien visto, al menos en público. Llegando al extremo que cuando se pasaba por delante de estas plantas fueran insultadas y tratadas con desprecio. Y así, durante la época del rey francés Enrique IV, los vendedores ambulantes gritaban para escándalo de los más recatados:
¡Alcachofas, hermosas alcachofas, para el señor y la señora, para calentar el culo y el alma…!
Con valores medicinalesPocas plantas han podido tener un interés tan alto comestible como medicinal como la alcachofa y el cardo. Con el paso del tiempo se descubrió que esta planta sanaba determinadas enfermedades, estableciéndose multitud de propiedades curativas, si bien algunas de ellas más o menos inventadas. Lo que parece demostrado son las conocidas cualidades hepáticas y renales. También sus propiedades son de eficacia probada en caso de ictericia y anemia. Además son conocidas como estimulador del apetito e ingrediente importante de ciertos tónicos digestivos, por no hablar de la famosa dieta de la alcachofa.
Sus peculiares cualidades ornamentalesY mientras todo esto ocurría, mientras tenía éxito tanto en fogones como en boticas, esta planta iba poco a poco ganando en personalidad, ganando en belleza. Se iba convirtiendo en una planta llamativa y diferente, destacable frente al resto. Y así, llegó por fin el momento, probablemente en el Reino Unido en el que alguien decidió que esta planta merecía un sitio también en el jardín.
La alcachofa y su primo el cardo deben distribuirse de forma dispersa por el jardín, pues no es conveniente abusar en su empleo. Gracias a su gruesa textura y contornos bien definidos
provocarán agradables contrastes con tonos cálidos y texturas más ligeras, como las que aportan algunas gramíneas como
Nassella tenuissima o
Miscanthus sinensis. Su peculiar follaje plateado también permite crear ambientes más fríos, con plantas de similares tonalidades en colores grises o veteados de blanco, el resultado será un interesante juego de luces y texturas:
Stachys byzantina, Festuca glauca, Hertia cheirifolia, son sólo algunos ejemplos.
Otra opción más arriesgada y provocadora será dándole un mayor protagonismo.
Marcada planta arquitectónica, nos permite su empleo como elemento individual sobre fondos lisos, recipientes de diseños modernos y atrevidos colores, sorprendiéndonos con toda seguridad el resultado.
Y qué decir de su espectacular floración de bellos tonos azulados, ¡eso siempre que nos abstengamos de meterla en la cazuela!
Su color azul atraerá a multitud de lepidópteros y combinará a la perfección con plantas de flores rosas y moradas.
Por último, una única consideración: paciencia. Es planta lenta en su implantación y deberá desarrollar su rizoma y acumular suficiente energía para crecer y florecer. Pero no duden, la espera siempre valdrá la pena, y serán la envidia de todo el barrio.
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