Múltiples vías de dispersiónUna vez asegurada la polinización, la planta debe ocuparse de dispersar sus semillas. Para ello, cada ejemplar produce hasta
1.700 semillas al año (2), dotadas de pequeñas fibras que facilitan su distribución con la ayuda del viento (anemocoria). Sin embargo, esta fibra se adhiere también a nuestra ropa y al pelaje de los animales (exocoria). Además, las aves se interesan por estas semillas y muchas de ellas son capaces de soportar el tránsito digestivo, lo que ofrece otra vía más de distribución (endocoria). Eficaces mecanismos de dispersión que favorecen rápidas colonizaciones. Esa fibra (vilano) nos ayuda a entender el nombre científico de esta hierba, pues
Senecio proviene del latín
senex que significa “anciano”, en clara referencia a las hebras blanquecinas que dan un aspecto canoso a sus frutos. Más obvio es el término específico vulgaris, que viene a confirmar su abundancia.
Tras alcanzar su lugar definitivo, las semillas germinarán en cualquier estación del año, antes de que otras especies sean capaces de competir por el mismo espacio. Sin embargo, las plantas de
Senecio vulgaris sólo pueden desarrollarse en terrenos ricos en nitrógeno, con exposición soleada y una cierta disponibilidad hídrica
(3). Tales exigencias requieren una continua búsqueda debido a que se trata de condiciones efímeras. Sin duda, las zonas perturbadas por el hombre, degradadas y desprovistas de vegetación, serán los primeros lugares de peregrinaje, como jardines, terrenos baldíos, márgenes de caminos y otros ecosistemas nitrificados.

Reputada como medicinal
En cuanto a los usos tradicionales, la hierba cana destaca por ser planta medicinal y, en concreto, con ella se prepara un conocido remedio para regular la menstruación. Además, mejora la circulación sanguínea, es sedante cardíaca y vermífuga. Gracias a sus propiedades vasoconstrictoras, se ha empleado con éxito en forma de pomada contra las hemorroides. Para aprovechar al máximo todos sus principios activos es recomendable recogerla en el mes de mayo.
Pero, ¡cuidado! Absténganse los hambrientos impulsivos, pues aunque de aspecto sabroso, no es comestible. Contiene alcaloides tóxicos, como la senecifilina y la senecionina, que actúan de forma semejante al curare (4). A pesar de ello, parece que en algunos lugares se consume en ensalada, una receta nada recomendable. De hecho, entre el ganado se han registrado casos de ingestión que provocaron serios daños hepáticos. Sin embargo, es una planta muy buscada por los conejos, lo que ha hecho que en algunas localidades se denomine “hierba conejera”.
Un dato curioso es que los pintores y otros artistas utilicen el término “senecio” para referirse a una coloración específica, de tonos amarillos, cuyo origen corresponde a la pigmentación floral de la hierba cana. Este matiz del amarillo es conocido también como “color hierba cana” (5).
Para terminar, un uso legendario que puede sernos útil si tenemos previsto viajar a Transilvania. En Europa central y los Balcanes hay quien asegura que los vampiros no pueden soportar la hierba cana y sus semillas se consideran útiles para combatir hechizos. ¡Suerte de su abundancia!
Bibliografía
(1) Josselyn, J. (1672). New-England’s rarities discovered. En Birds, beasts, fishes, serpents and plants of that Country. G. Widdowes. Londres.
(2) Aldrich-Markham, S. (1994). Common groundsel. Senecio vulgaris L. PNW 466 (HTML). Servicio de Extensión Cooperativa. Universidad Estatal de Oregón (Estados Unidos).
(3) Ducerf, G. y Thiry, C. (2003). Les plantes bio-indicatrices. Guide de diagnostic des sols. Promonature. Saint-Just-La-Pendue (Francia).
(4) Mulet Pascual, L. (1997). Flora tóxica de la Comunidad Valenciana. Diputación de Castellón. Onda (Castellón).
(5) Sanz Rodríguez, J.C. y Gallego García, R. (2001). Diccionario del color. Akal. Tres Cantos (Madrid).
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